Terapia floral del Dr. Edward Bach.pdf

(178 KB) Pobierz
Terapia floral
del
Dr. Edward
Bach
Advertencia: ESTE DOCUMENTO ES PERSONAL: NO
REPRESENTA A NINGÚN COLECTIVO O INSTITUCIÓN. TODAS
LAS AFIRMACIONES Y OPINIONES QUE AQUÍ SE DAN, SON
PERSONALES Y NO INTENTAN SENTAR NINGUNA BASE
SOBRE NADA, NI DEFINIR DOGMAS DE NINGUNA ESPECIE.
Este archivo puede ser copiado, impreso y distribuido
libremente siempre y cuando se cumplan las siguientes
condiciones:
1. No editar, añadir o borrar nada del texto: debe ser distribuido
TAL CUAL, sin ningún cambio.
2. No usar este documento ni parte de él para fines comerciales
o lucrativos.
Para contactar con el autor, escribir e-mail a la siguiente
dirección:
jribal@hotmail.com
El Contenido de este documento se encuentra también en
Internet, en la siguiente dirección:
www.florbach.es.org
© Josep Ribal, 1999
Terapia floral del Dr. Edward Bach
Introducción
Este documento ha sido creado para ayudar a difundir las enseñanzas
del doctor Edward Bach y su maravillosa medicina. Mi objetivo es dar a conocer
esta ciencia que tanto puede contribuir al bienestar físico, emocional, mental y
espiritual de todo aquél que se interese por ella.
Ninguna de mis afirmaciones puede ser tomada como una regla
inquebrantable, pues todos nos equivocamos y podemos cometer errores,
debido a que nos encontramos en una fase de aprendizaje constante. Desde
este punto de vista, las flores de Bach nos pueden ayudar muchísimo en ese
camino de aprendizaje en el que, queramos o no, estamos todos inmersos.
Yo animo a quien lea este documento a experimentar con las flores y a
profundizar en su filosofía, tenga o no tenga conocimientos previos de
medicina.
3
Terapia floral del Dr. Edward Bach
Biografía de Edward Bach (1886-1936)
Edward Bach nació en Moseley, un pueblo cerca de Birmingham, en
1886. Desde pequeño demostró un gran amor por la Naturaleza. Vagaba a
menudo, solitario y meditabundo por bosques y montañas. Era un chico
independiente, positivo y con un gran sentido del humor. Su compasión por los
seres infelices era tan fuerte ya desde niño, que decidió ser médico a una edad
muy temprana. La felicidad de los demás llegó a ser en él el objetivo principal
de su vida. Tenía ya la idea de conseguir una medicina simple que sanara
todas las enfermedades.
Cuando tenía 16 años terminó la escuela, y todavía persistía en él la
idea de ser médico, pero consideró que no les podía pedir a sus padres el
dinero para los largos y caros estudios de medicina, por lo que ingresó en la
fundición de su padre, donde trabajó hasta los 19 años. Ocupó
momentáneamente el puesto de agente comercial, pero su naturaleza
generosa y su falta de instinto negociador le impedía regatear, con lo que
ofrecía los productos a un precio muy bajo, cosa que hizo que se le cambiara
de ocupación dentro de la empresa.
En cierta ocasión le comentó a su padre su decisión de ser médico, y lo
que le movía a serlo. Para su sorpresa, su padre se ofreció a pagarle los
estudios. Así, a los 20 años ingresó en la Universidad de Birmingham. Terminó
sus estudios en el University College Hospital, en Londres, donde se graduó en
1912. No abandonó Londres hasta el año 1930.
La vida de la ciudad le agobiaba, como gran amante de la Naturaleza,
pero su afán de encontrar una medicina para la Humanidad era más fuerte que
el malestar (físico y mental) que le producía su estancia en Londres. Además,
se esforzó cuanto pudo para mantenerse por sí mismo y no depender
económicamente de sus padres. Así, trabajaba sin descanso día y noche,
realizando diversas actividades, como corregir exámenes, etc. Además su
salud no era muy buena. Pero su empuje podía con todos los obstáculos.
Ya en sus primeras experiencias con enfermos, se dio cuenta de que
era más importante la observación del paciente que el estudio teórico de las
enfermedades. Vio que el mismo tratamiento actuaba de diferente manera en
uno u otro paciente. También pudo comprobar que pacientes con el mismo
temperamento o personalidad respondían de la misma manera ante el mismo
tratamiento, mientras personas de diferente temperamento reaccionaban de
diferente manera aunque padecieran la misma enfermedad. Así llegó al
conocimiento de que los sentimientos, emociones, etc. del paciente eran más
importantes que el nombre científico de la enfermedad que padecían. Además
no le gustaba el hecho de que los tratamientos eran frecuentemente más
dolorosos y agresivos todavía que los síntomas de la enfermedad. Así, llegó a
declarar: “ me costará cinco años olvidar todo lo que me han enseñado ”.
4
Terapia floral del Dr. Edward Bach
Hasta 1913 Bach trabajó en el University College Hospital, y ese mismo
año ingresó como cirujano en el National Temperance Hospital, pero su
delicada salud le hizo abandonar ese puesto. Cuando se recuperó, abrió una
consulta médica en Harley Street, donde pronto tuvo mucho trabajo. Allí creció
más y más su insatisfacción con los métodos de la medicina ortodoxa. Pensaba
que los médicos olvidaban lo más importante: la personalidad; y se centraban
exclusivamente en lo más superfluo: los síntomas. Pensó que debería
investigar en el campo de la Inmunología. Así, ingresó en el University College
Hospital como bacteriólogo asistente.
En sus primeras investigaciones descubrió la presencia de unos
gérmenes intestinales (que hasta entonces habían sido considerados de poca
importancia) en todos los pacientes que padecían enfermedades crónicas. En
los individuos sanos también se hallaban dichos gérmenes, pero en mucho
menor proporción. Después de meses de investigación realizó una vacuna que,
inyectada directamente en sangre hacía desaparecer la enfermedad crónica
(artritis, reumatismo, migraña, etc.) de muchos pacientes. De todas maneras
ese método de aplicación de la vacuna le desagradaba, y además no era
efectivo en todos los casos. Aunque otro descubrimiento le animó: los
resultados eran mucho mejores si la segunda y subsiguientes dosis de vacuna
se administraban no antes de que los efectos de la anterior estuvieran ya
desapareciendo. Así, se necesitaban menos pinchazos. Estos descubrimientos
revolucionaron el tratamiento de las enfermedades crónicas.
En 1914, durante la I Guerra Mundial, solicitó varias veces prestar sus
servicios en el extranjero, pero para su disgusto se le denegó una y otra vez.
De todas maneras él estaba a cargo de más de 400 camas de heridos de
guerra en el University College Hospital, además de tener un cargo de
asistente de bacteriología en el Hospital Medical School (1915-1919), y además
de sus trabajos de investigación. Su cuerpo a duras penas aguantaba ese
ritmo; exhausto hasta el desmayo trabajaba continuamente en su afán de
ayudar a los que sufrían. Hasta que en 1917 tuvo una severa hemorragia que
hizo necesaria una intervención quirúrgica urgente a vida o muerte con el
consentimiento de sus padres, pues él se hallaba inconsciente. Terminada la
operación, se le pronosticaron tres meses de vida. Para él representaban tres
cortos meses que aprovechar al máximo ¡para terminar el trabajo que apenas
acababa de comenzar!
A la mínima que pudo volvió a los laboratorios del hospital y allí trabajó
día y noche, sin noción del tiempo, de tal manera que la luz que brillaba a
través de las ventanas de su laboratorio fue llamada “la luz que nunca se
apaga”. De manera casi milagrosa, su salud no sólo no empeoró, sino que fue
ganando fortaleza. Reflexionando acerca de este milagro, llegó a la conclusión
de que un propósito definido en la vida de un hombre, es el factor decisivo para
la felicidad, y que fue el seguimiento de su propio propósito lo que le había
devuelto a la vida. El éxito de sus vacunas fue finalmente adoptado por toda la
profesión médica. Durante la gripe epidémica de 1918, Bach salvó la vida de
miles de soldados de las tropas inglesas con su vacuna.
5
Zgłoś jeśli naruszono regulamin